Steampunk en la literatura: la evolución alternativa

Desde los años setenta se viene incubando este movimiento que con los años ha derivado en un género que abarca no solo la literatura, sino que, además, se ha convertido en un estilo estético que terminó permeando el cine, la moda y las artes en general. Aunque ya se cumplen cinco décadas desde los primeros antecedentes del steampunk como concepto, sus raíces son mucho más profundas en el tiempo.

 

 

El término steampunk tuvo su origen en 1980, cuando el escritor de ciencia ficción K. W. Jeter lo acuñó intentando clasificar el trabajo de los autores Tim Powers, James Blaylock y los suyos propios, que tenían en común al siglo XIX como principal escenario. Además, tomaba elementos de la ficción tecnológica victoriana como en La máquina del tiempo de H. G. Wells.

En efecto, se dice que los verdaderos padres de este género son Julio Verne y el mencionado Wells, quienes en sus obras utilizan una tecnología que en su época podría haber sido una alternativa a la evolución post era victoriana y que se basa en la mecánica pura y dura, teniendo como principal motor el vapor (steam, en inglés).

La segunda parte del término es punk, que puede traducirse como basura o desperdicio. Sin embargo, en el ámbito artístico, el punk es mucho más que un simple concepto específico. Representa una forma de vida, un arte rebelde y rupturista que busca crear algo nuevo desde lo desechado; en este caso, desde una tecnología obsoleta desde fines del siglo XIX, cuando el vapor dio paso al petróleo y sus derivados.

En la literatura, el steampunk ha ganado terreno en gran medida desde los años noventa, consolidándose como un género reconocido, resultando una mezcla de fantasía y ciencia ficción, en donde prevalecen los artefactos tecnológicos análogos, que podrían haber sido una evolución alternativa a la que finalmente se desarrolló después de la revolución industrial. En concreto, es una oda al retrofuturismo.

Para tener un primer acercamiento a este movimiento, es recomendable ver la película Máquinas mortales de Peter Jackson, basada en el libro de Philip Reeve. Es posible asegurar que los elementos fundamentales de este movimiento quedarían clarificados en lo general. Por otro lado, de manera más sutil, la saga Materia oscura (His Dark Materials, en inglés), de Philip Pullman, utiliza muchos elementos del steampunk para dar forma a su narrativa. La serie del mismo nombre es emitida por HBO. También se podría recomendar -aunque bajo criterio desformado- ver La brújula dorada, película basada en la primera novela de la saga de Pullman, que a pesar del presupuesto que implicó, no logró convencer, por lo que no contó con secuelas. En esta comparativa, la serie es mejor.

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